martes, 2 de marzo de 2010

Manifiesto de la APDHE contra la mutilación genital femenina

La mutilación genital femenina constituye uno de los ataques más flagrantes contra los derechos humanos de las mujeres, en cuanto se violan sus derechos a la igualdad en su vertiente de prohibición de discriminación por razón de sexo, su derecho a la vida, a la integridad física y moral, a la dignidad, a no sufrir tratos inhumanos o degradantes, a la salud, a la sexualidad y a la maternidad.
Según la OMS, la mutilación genital femenina comprende todos los procedimientos consistentes en la resección parcial o total de los genitales externos femeninos, así como otras lesiones de los órganos genitales femeninos por motivos no médicos, y se clasifica en cuatro tipos principales: clitoridectomía (resección del clítoris), excisión (resección del clítoris y los labios menores y/o mayores), infibulación (o sellado de la abertura vaginal) y otros procedimientos (como la perforación, incisión, raspado o cauterización de la zona genital).


De acuerdo con los datos recabados por la OMS en 2.008, se estima que, a nivel mundial entre 100 millones y 140 millones de niñas y mujeres han sido sometidas a procedimientos de tipo I, II o III y que en África, cada año, unos tres millones de niñas y mujeres corren riesgo de ser sometidas a alguno de estos tipos de mutilación, de las que, según datos, recabados por Amnistía Internacional, el 15 por ciento serían infibulaciones y el restante 85 por ciento clitoridectomías o excisiones.

Esta práctica infringida a las mujeres, por razón de su sexo, viola gravemente los Derechos Humanos y, sin embargo, no ha sido, ni es, objeto de ninguna acción de condena punitiva hacia los países que la practican, por lo que a la violación a los Derechos Humanos se añade el agravante de la impunidad con que se realiza. Al denunciar este salvaje atentado hacemos un llamamiento urgente a las instancias internacionales para que en nombre de dichos Derechos se pongan en marcha las acciones correspondientes para su erradicación, ya que esta práctica degrada a los que la realizan y por omisión a quienes la consienten.

Intervéngase, por tanto, activamente para que se cumpla lo proclamado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que consagra el derecho a la vida, a la dignidad, a la integridad física y psíquica y la igualdad entre todos los hombres y mujeres de la tierra.

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